El lenguaje como medida cuantitativa y cualitativa en la creación de identidad
Remi Clonts
Figura 1: Nube de palabras
Voyant ha sido una herramienta muy útil en mi investigación sobre el impacto de la lengua en la comprension del texto de la Vida y sucesos de la Monja Alférez de Catalina de Erauso Específicamente, Voyant enumera las ocurrencias de las palabras, eliminando la necesidad de hacerlo manualmente. Además, se ofrece una variedad de tipos de visualizaciones como los nubes de palabras (Figura 1), gráficos de frecuencia (Figura 2) y tablas de ocurrencias que ayudan al análisis. Al observar las palabras utilizadas más frecuentemente se facilita la conexión de ciertos temas como el género y la importancia del uso de palabras masculinas.

Figura 2: Frequencia de las palabras masculinas
Cuando se observa el contexto de los títulos masculinos como “señor”, “don”, “capitán”, etc., puede verse un patrón que sigue este tipo de lenguaje. Este patrón léxico, visible a través de Voyant, demuestra que las palabras asociadas con autoridad masculina dominan el texto, mientras los términos femeninos aparecen con mucha menor frecuencia. Como el autor de su propia historia, Erauso tiene el poder de decidir cómo lo presenta. Por eso, pienso que el discurso de Erauso se convierte en una forma de poder: al hablar como hombre, logra ser tratada como uno. Erauso usa el lenguaje masculino para afirmar su identidad y acceder al poder dentro de las jerarquías patriarcales que estructuran la sociedad, especialmente en el ámbito militar, político y religioso.
En primer lugar, Erauso enfatiza el uso de pronombres y títulos masculinos en referencia a sí misma para legitimar su identidad masculina, demostrando que su masculinidad no es sólo una identidad interior, sino también una construcción social visible y reconocida por los demás. Por ejemplo, en un momento clave, Erauso afirma: “Me preguntaron cómo me llamaba, y dije que me llamaba Francisco de Loyola” (Erauso, cap. 3). Al elegir un nombre masculino, Erauso redefine su identidad y exige ser percibida según su propia autodefinición, dándole poder en relación a una sociedad que empoderó a los hombres. Asimismo, cuando escribe: “Y como me vieron tan galán y bien puesto, no dudaron que era hombre” (Erauso, cap. 7), subrayando que su masculinidad es reconocida por la mirada social, no sólo asumida de manera individual. Como autora de su autobiografía, Erauso controla el modo en que los demás la describen, moldeando nuestra comprensión de cómo desea ser vista y recordada.
Además, Erauso utiliza títulos masculinos como “señor” y “capitán” para construir un lenguaje de poder y pertenencia hacia sí misma. Al relatar su experiencia militar, afirma: “El capitán me tomó a su servicio, y me dio el cargo de alférez” (Erauso, cap. 8). En este pasaje, no solo adopta un título militar masculino (alférez), sino que se integra plenamente en una jerarquía de autoridad típicamente masculina. Los títulos como “señor”, “capitán” y “alférez” refuerzan su incorporación a un mundo de poder y dominio, donde el lenguaje mismo legitima su rol. Asimismo, cuando señala: “Me decían todos el alférez” (Erauso, cap. 9), muestra que su identidad masculina no depende únicamente de su autopercepción, sino de una aceptación colectiva que la reconoce públicamente como hombre.
Finalmente, al resaltar el poder de la Iglesia mediante referencias frecuentes a su autoridad y al solicitar su reconocimiento oficial, Erauso refuerza su posición dentro de la jerarquía social y religiosa de su tiempo. En un pasaje decisivo declara: “Pedí al Papa Su Santidad que me concediese licencia para usar el traje de hombre” (Erauso, cap. 12). Con esta súplica, Erauso apela directamente a la autoridad suprema de la Iglesia para obtener legitimación formal de su identidad masculina. Su estrategia revela cómo se apoya en el poder institucional eclesiástico para consolidar su estatus dentro del orden patriarcal del siglo XVII. La narradora concluye este proceso de reconocimiento al afirmar: “El Santo Padre, informado de mi vida, me dio licencia para seguir en el hábito de hombre” (Erauso, cap. 13). Este momento de aprobación eclesiástica simboliza la legitimación final de su masculinidad, sancionada no solo en el ámbito social, sino también en el espiritual.
En conclusión, el análisis del texto de Catalina de Erauso mediante Voyant Tools y la lectura de sus estrategias narrativas demuestran que el lenguaje masculino es uno de los ejes centrales de su autodefinición y de su acceso al poder. A través de nombres, títulos y apelaciones a la autoridad eclesiástica, Erauso transforma el discurso en un instrumento de legitimación personal dentro de una sociedad regida por jerarquías patriarcales. Así, la Monja Alférez no solo narra su vida, sino utiliza las palabras para legitimar su identidad que proviene del poder que solo puede recibir como un hombre en una sociedad patriarcal.