Una fe inquebrantable: Mujeres como modelos espirituales y políticos en la obra de Álvaro de Luna
Ruthi Daly
La virtud que más me llama la atención en las historias de Álvaro de Luna es la fe. En el contexto del siglo XV, marcado por la violencia política y las tensiones religiosas, la fe se presenta como un elemento vital y fundamental. En el Libro de las claras e virtuosas mugeres, Luna destaca la fe inquebrantable de mujeres como Marina, Santa Margarita y Santa Eugenia de Roma. Sus relatos muestran cómo la fe inspiró en ellas el valor necesario para enfrentarse a estructuras patriarcales y jerárquicas propias de su tiempo y convertirse en modelos de confianza en Dios y de conducta moral. Como se observa en la Figura 1, que muestra la frecuencia con que se mencionan las virtudes en relación con figuras masculinas, el término fe ocupa un lugar destaca por su presencia constante, lo que confirma su papel central en el texto de Luna.
En la obra de Luna, Marina asume la identidad de Martín, un fraile dedicado a vivir una vida austera y devota. Aun cuando fue injustamente acusada de violación de una mujer, nunca renuncia a su fe. Luna escribe, “solo alguien con un corazón bueno podía soportar tales cosas, y aún así daba gracias a Dios en todo momento” (Álvaro de Luna, 1446). El autor convierte este episodio en una prueba de que la fe permite resistir incluso en momentos de injusticia y sufrimiento. Para Luna, el final de esta biografía ensalza la virtud de la fe, presentada como un ideal que se mantiene firme ante la adversidad.
La fe también se expresa como la virtud central en la biografía de Santa Margarita, una cristiana que mantiene sus creencias en medio de la persecución. Margarita rechaza la orden del gobernador Olimbrio a renunciar al cristianismo y adorar a los dioses paganos. Por ello, es torturada y encarcelada debido a su constancia religiosa. Como describe Luna, ella sobrevive a los terrores de sus captores y a las visiones horribles de demonios “porque su corazón estaba asegurado con la fe” (Álvaro de Luna, 1446). Su muerte, aceptada con gracia, representa su acto final de devoción a Dios. Como consecuencia, Margarita inspira a cinco mil personas a convertirse al cristianismo. Para Luna, Margarita ofrece un ejemplo ideal de mujer cristiana. La fe de Margarita se convierte en una fuerza moral y política: su martirio inspira a otros cristianos y muestra que la autoridad divina prevalece sobre la violencia política.
La fe persiste como un tema principal en la vida de Santa Eugenia de Roma, que persigue siempre acercarse a Dios. Con el deseo de fortalecer su santidad, ella se viste de hombre para vivir en un monasterio, tomando el nombre de Fray Eugenio, en una situación similar a la de Marina. Su fe es reiteradamente puesta a prueba: es acusada falsamente, encarcelada e incluso condenada a morir, pero en cada ocasión sobrevive milagrosamente, debido a su confianza en Dios. Eugenia no solo sirve como inspiración de dedicación a Dios, sino que también convierte a muchos al cristianismo. Para Luna, su supervivencia es una “prueba evidente de su santidad” (Álvaro de Luna, 1446). Así, esta biografía destaca a Eugenia como un ejemplo de entrega completa a Dios, un ejemplo digno de reconocimiento divino. Al igual que Marina y Margarita, su fe trasciende el sufrimiento terrenal, pues ayuda a difundir y consolidar el cristianismo.
En conjunto, las biografías de Marina, Margarita y Eugenia revelan que Álvaro de Luna no solo busca narrar ejemplos de virtud, sino también construir modelos de resistencia espiritual y política en un contexto de crisis del siglo XV. Surge una pregunta: ¿por qué es relevante la fe de estas mujeres? Les da la fuerza para desafiar a las estructuras de poder e influenciar a otros a creer en el Dios cristiano, y al presentarlas como figuras cuya confianza en Dios trasciende las acusaciones falsas y la violencia de su tiempo, Luna revela la importancia de la fe como un recurso inquebrantable y una fuerza atemporal que inspira acciones más allá de los límites de lo imaginable.